El Camino a la Unidad

domingo, 6 de febrero de 2011
El hombre que ha despertado en su conciencia y que anhela la salvación, quiere avanzar con mayor velocidad en el camino del desarrollo, y lo logra siguiendo las indicaciones respecto del camino y las enseñanzas que nos proponen los maestros que alcanzaron la meta.
La conciencia lleva vibraciones al interior del cuerpo. La conciencia del hombre colocado en un nivel inferior se inserta en los planos bajos y más bien materiales de la existencia, y es así que dirige hacia su cuerpo las corrientes de los niveles bajos a través de su sistema nervioso. Cuanto más altos sean los planos a que se eleva la conciencia del hombre, tantas más vibraciones tendrán las corrientes que entran en el cuerpo. En el hombre sano, la resistencia del sistema nervioso corresponderá exactamente a la fuerza de las corrientes introducidas por la conciencia. Por consiguiente será perfectamente adaptado a la frecuencia de la conciencia que le es propia.
Empero no siempre la conciencia de los hombres se encuentra en el mismo nivel. Según la individualidad y dentro de la misma, la conciencia oscila entre un límite superior y un límite inferior. En momentos de recogimiento y de dicha pura, la conciencia se eleva más. En cambio desciende por debajo de su estado normal bajo un influjo inferior. El sistema nervios dispone de elasticidad requerida como para poder aguantar estas oscilaciones dentro de determinados límites, sin sufrir por ello efectos contrarios. Sin embargo, si algún acontecimiento extraordinario lleva la conciencia más allá de esos límites, el sistema nervioso se enfermará, a causa de las corrientes que resultan sobredimensionadas para su capacidad. En tal sentido, una repentina fuerte alegría puede ocasionar una conmoción nerviosa, de la misma manera que un súbito susto o un ataque de cólera, pues en ambos casos el sistema nervioso recibe una corriente no adecuada a su resistencia. Si el desplazamiento no es demasiado grande, el sistema nervioso soportará sin demasiados daños estas tensiones demasiado fuertes y las superará.  Pero si la diferencia en la tensión de las corrientes es exagerada, pueden producirse lesiones graves, tales como parálisis, apoplejía y sobre todo enfermedades mentales. Al igual que una red eléctrica se vuelve inservible al producirse un cortocircuito a raíz de la conexión con una corriente demasiado fuerte para su resistencia, así el sistema nervioso y el cuerpo humano se echan a perder si se le introducen corrientes inapropiadas.
Por consiguiente, no debemos tratar desarrollar nuestra conciencia de manera irreflexiva y violenta. Al elevar la conciencia con demasiada rapidez y al recibir el sistema nervioso, sin la debida preparación, corrientes de una frecuencia demasiado alta, el organismo corporal se deshace. Este es el motivo y la explicación del hecho de que Dios, como lo expresa la Biblia, no habló cara a cara con sus siervos que vinieron después de Moisés. No estaban bastante preparados como para poder soportar las altas tensiones de las corrientes divinas. No pudieron elevar su conciencia hasta Dios. Moisés si lo pudo. Su sistema nervioso podía superar hasta corrientes de la más alta tensión. La Biblia nos refiere también que cuando Moisés hablaba con Dios, o sea, que en su conciencia se elevaba hasta Dios, identificándose con El, su rostro tenía un brillo extraordinario y despedía un resplandor tal, que los judíos, al verlo, huían espantados. Desde entonces Moisés, para no inspirar tanto miedo, cubría su rostro con un lienzo cuando volvía de “hablar con Dios”. Las corrientes del plano divino harían estallar el sistema nervioso de un hombre no desarrollado, lo “quemarían”. Por eso la sabia Providencia nos construyó de tal modo que el hombre sólo puede elevar su conciencia, por su propia voluntad, en la medida en que lo permiten la resistencia de su sistema nervioso y la elasticidad del mismo.
Si sobre las espaldas de un hombre débil se amontonan cargas que superan la fuerza de sus músculos, ese hombre se derrumbará. Pero si el mismo hombre, mediante una gimnasia sistemática y apropiada, refuerza debidamente sus músculos y después levanta la carga, o si comienza levantando cargas livianas, cuyo peso irá en aumento lenta y gradualmente y día tras día, en proporción al desarrollo de sus músculos, y sigue con ejercitación, pronto será capaz de desplazar con facilidad cargas más pesadas aún.
Idéntica cosa ocurre con el sistema nervioso. Si realizamos gradualmente y con cuidado el desarrollo de la conciencia, el sistema nervioso tendrá tiempo para fortalecerse para corrientes nuevas de mayor frecuencia. En el caso, estas últimas no tendrán efectos dañinos, muy al contrario: igual que en el ejemplo que precede, el hombre débil se beneficiaba al adiestrar sus músculos mediante ejercicios apropiados, el aumento de la resistencia del sistema nervioso significa para la persona un beneficio inestimable, no sólo en relación con el desarrollo de su conciencia, o sea en el terreno espiritual, sino también en lo atinente a su físico.

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